¿`Sagrada´ Biblia?

¿`Sagrada´ Biblia?
Web y libros de MiltonAsh sobre la `sagrada´ Biblia. Advierto que muchos pasajes bíblicos pueden herir la sensibilidad de algunos lectores.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Un país de hijos no planeados.

No sé exactamente qué tanta influencia tenga la religión en esto, pero sin duda la tiene y en un alto grado. Es algo muy difícil de medir. La Iglesia, después de todo, siempre ha estado ahí para recordarnos cuán sucios son nuestros cuerpos, cuán inmoral es el sexo, cuán pecaminosa es la decisión de usar un condón, cuán indeseable es la educación y el conocimiento. Yo insistiría en que tienen una agenda oculta de natalidad descontrolada y pobreza indiscriminada, lamentablemente carezco de pruebas. Siempre me ha parecido que el control natal es una de ésas cosas demasiado importantes a la cual casi nadie le da importancia, al menos en México.

Ahora, al decir “control natal” no puedo evitar acordarme de un pariente con quien alguna vez tuve una plática al respecto, después de que él hubo leído – y malinterpretado inmensamente – varios de mis escritos. Al escuchar “control natal” él me tachó de “fascista”; y es que creo que olvidé señalar que cuando yo hablo de “control natal”, jamás me he referido a un control natal impuesto u obligado por nadie; sino al simple sentido común y la muy terrenal responsabilidad que le permite, a cualquier persona consciente, el decidir por sí misma cuántos hijos quiere y puede tener.Siempre que he hablado o mencionado algo acerca de control natal, siempre me he querido referir a un control natal propio, personal, muchas gracias. ¡Jamás me atrevería a sugerir un control natal gubernamental o cosa parecida!...

Lo que sí creo es que cualquier persona puede, cuando deja actuar a su sentido de la responsabilidad, tomar una decisión acertada con respecto a tener hijos. Todas ésas mujeres que abortan, a las cuales nuestra sociedad conservadora y doblemoralina condena sin siquiera tratar de comprender, no suelen equivocarse cuando piensan que en ése momento en particular de sus vidas, no pueden mantener adecuadamente a un niño. Es más, desde el mismo momento en que una mujer embarazada piensa siquiera en la posibilidad de abortar, de entrada algo ya anda muy mal.

¿Y qué hay de las que no abortan?... En éste momento no quiero entrar a la polémica sobre el aborto, porque no terminamos nunca y suele suceder que quien está en alguna posición firme, a favor o en contra, tiende a no ceder, cueste lo que cueste. Además, no es momento de juzgar ahora una decisión tan trascendente como un aborto – estoy segura de que ése juicio dependería de cada caso, cada circunstancia de cada mujer en particular. Nadie desea un aborto, pero sí deseamos el derecho de decidir. Ahora bien, volvamos a la pregunta inicial de este párrafo y pasemos a mirar los datos absolutamente desesperanzadores que nos presentó Denisse Dresser en su artículo, “México: Por el derecho a decidir”, publicado en la revista Proceso en el año 2007. “Mujeres con cinco o seis hijos; incapaces de mantener a los que ya tienen y, mucho menos, uno más. Todas las que forman parte de las estadísticas desconsoladoras de la Secretaría de Salud. En México, entre 2002 y 2006, el 80% de las mujeres embarazadas no quería estarlo. En México, de 1,204,548 mujeres embarazadas, 882,293 hubieran preferido evitarlo. En México, el 36.2% de los embarazos no deseados se presenta en mujeres menores de 20 años”. ¡¡Más de la mitad de mujeres embarazadas en México, en lo que va del presente siglo, “hubiera preferido evitarlo”!!... ¿Qué está pasando con México? ¿Qué está pasando con ésos primeros sentimientos negativos que se les transmiten, desde el útero, a esos niños que ninguna falta han cometido?...

Las cifras de adolescentes embarazadas, de madres por sorpresa, de hijos no planeados o deseados sea cual sea la edad de sus progenitores, simplemente no bajan. Hoy en día tenemos condones, parches, pastillas, implantes, diafragmas, inyecciones y hasta la bendita pastilla del día siguiente; es decir, hoy en día se puede corregir a toro pasado. No sé qué clase de artilugio maravilloso y barato hace falta para meternos en nuestras cabezas mexicanas un gramo de conciencia y de responsabilidad. No sé qué capa ultradelgada y ultrasensible y ultrabarata y ultratexturizada es la que está impidiendo que nos entre en la cabeza la importancia de planear una familia y junto con ella, toda una vida. O tres o cuatro o más vidas.

¿Por qué, entonces, seguimos permitiéndonos ser un país de hijos no planeados?... Y no quiero insinuar con esto que los hijos no planeados sean, todos ellos, una tragedia. Sería una generalización gratuita, cruel y absurda de mi parte. Desde luego hay hijos no planeados que, con el paso de los años, se convierten en una bendición y una alegría para sus padres, hijos no planeados que llegan a ser personas plenas y felices, hijos no planeados cuyo nacimiento puede ser una absoluta bendición. Pero ése justamente debería ser el caso de todos los niños que nazcan. Un niño no merece ser menos que un regalo recibido con alegría. ¿¿Qué pasa con nosotros?? ¿Qué pasa con todos los demás niños no planeados, ésos que terminan en las calles, los que acaban pidiendo limosna en una esquina miserable, los que son abortados, para bien o para mal? ¿Los niños “arrumbados, abandonados y olvidados” de los que nos habla Denisse Dresser?...

¿Cómo diablos podemos permitirnos ser un país de hijos de la irresponsabilidad, hijos de la borrachera, hijos del error, hijos de las malas cuentas, hijos de las drogas, hijos de la extorsión, hijos de los olvidos, hijos del éxtasis momentáneo, hijos de la negligencia, hijos del condón que no quisiste comprar, hijos de la flojera, hijos de la vergüenza, hijos del qué dirán?... ¿Hasta cuándo lo vamos a permitir y se lo vamos a permitir a nuestros jóvenes? ¿Hasta dónde le permitiremos a la Iglesia entrometerse en nuestras vidas absolutamente personales, para seguir propagando su ignorancia y su fórmula de “abstinencia”, que tan completamente probado está que no funciona?...

“Basta de rosarios en nuestros ovarios”, rezaba un cartel de propaganda por la educación sexual que encontré en Guanajuato. Ojalá esa frase se me hubiera ocurrido primero a mí.

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